Emplazados en la cima del Turó de la Rovira en el barrio de Horta-Guinardó, los que habitan cerca de los Bunkers del Carmel ofrecen pelea. “¡Ni Turisme Ni Expropiacions! ¡Dignitat!”

Está clara la diferencia entre el capitalista y comercial centro cosmopolita de la ciudad que vende a los turistas la imagen conocida y esta periferia que invita tensamente a replegarse, a no invadirlos, a respetar los espacios y conservarlos. No repelen a los turistas en sí mismos sino a la demoledora inmobiliaria que viene detrás. Arrasándolo todo y dejando solo polvo y cenizas.

Los bunkers

Apenas una cuesta que agita a los menos entrenados y ya estamos dentro de lo que fue una batería antiaérea que alojó cuatro cañones para repeler los bombardeos de la aviación fascista italiana que le hacía el trabajo sucio a los nacionalistas durante la Guerra Civil Española. El “bombardeo en alfombra” que practicaron aquí los italianos para luego usar en la segunda guerra, provocó 800 muertos, miles de heridos y la destrucción total de 50 edificios.

Barcelona. Bunkers del Carmel

Fotos: Jordi Otix. Fuente: elperiodico.com

La indiferencia frente a las ruinas

De los bunkers del Carmel hoy queda el esqueleto de la antigua construcción, paredes viejas derruidas, carcomidas y pintarrajeadas. Alguna vez alguien puso carteles informativos donde puede leerse la infame historia del lugar pero pocos los leen.

Muchos jóvenes locales vienen aquí a beber y están desparramados por doquier los restos de la juerga. Otros se ponen sus rollers y con esa rebeldía adolescente desafían el golpe y la caída dando vueltas cerca del barranco.

Hay algunos turistas, pocos pero tan soberbios como para saltar la valla y ponerse a selfiar bien al límite de un piso que cuelga de la nada. La traspasan jóvenes y parejas de mediana edad, un fotógrafo y una modelito de veinti y tantos que luego venderán publicidad de la vista maravillosa que se aprecia desde aquí.

Es que Barcelona es hermosa y es verdad que desde aquí te acojonas ante sus pies, nosotras también nos sentamos en un paredón y contemplamos extasiadas. Pero me genera furia que donde yace aún el sonido de los muertos nadie se sienta ni siquiera perturbado.

 

Este texto lo escribí en 2017 y fue premonitorio. En mayo de 2023 el municipio de Barcelona tomó la decisión de cerrar los bunkers durante la noche debido a los ruidos y destrozos que provocaban los turistas descontrolados allí. Lo malo es que ya nadie podrá disfrutar de las maravillosas vistas de amaneceres y atardeceres de Barcelona desde allí.