¿La mirada es capaz de matar?
Medusa petrificaba con su mirada y dejaba sin vida a su víctima.
La creencia, conocida en castellano como mal de ojos, según la cual la mirada esconde las fuerzas del mal y puede causar enfermedad, destrucción y daños, es tan antigua como universal.
Prácticamente todas las culturas, en diferentes tiempos y espacios, tienen una leyenda sobre este mal y un vocablo para denominarlo. Desde los fenicios, asirios, griegos y romanos hasta las tribus amazónicas o africanas; desde la comunidad negra de EEUU hasta la tribu Lakher de la India; desde el malocchio italiano, el mal de ollo gallego o el destructive eye irlandés pasando por las culturas precolombinas de América hasta Australia o Nueva Zelanda; desde cultos paganos a su adaptación por judíos, cristianos y musulmanes.
El eje de todas estas supersticiones, no importa de qué sociedad se trate, es que el victimario –ojeador- hace daño a la víctima –ojeado- movido por el sentimiento humano más primitivo: la envidia, acabando con su buena fortuna, enfermándolo o llevándolo hasta la muerte.
Nazar, Ojo de Horus, Hamsa… cada cultura ideó también la forma de protegerse de tal daño: las plegarias de determinadas personas, las hierbas, el ajo, los dedos en forma de cuernos, las herraduras, el trébol, la sal, el velo de las novias y todo tipo de amuletos de colores azul o rojo, como talismán contra el poder potencialmente destructor de la mirada.
Me pregunto… ¿esos amuletos tendrán efecto protector sobre la potencia de nuestra propia mirada ante el espejo… tal vez la más cruel y destructiva… tal vez la de mayor poder de juzgar, controlar y sancionar(nos)?