Baños de vapor, relajación, charlas y lectura. Discusiones políticas o tratos de negocios. Masajes, depilación, servicio de manicura y pedicura. Placer fuera del hogar y hasta purificación de cuerpo y espíritu. Los baños en la antigüedad han sido utilizados como espacios de placer y deleite, luego reconvertidos en rituales de purificación,  un legado entre culturas.

Los baños romanos como espacio de placer

El manejo del agua era tan importante para los romanos que le dieron una legislación y crearon un encargado de hacerla cumplir, el curator. El agua que traían los acueductos se almacenaba en grandes depósitos y desde allí por extensas tuberías llegaba a fuentes, jardines, letrinas, baños y termas.

Construyeron baños y termas fastuosos con paredes y pisos de mármol, columnas, fuentes, mosaicos, ventanales de vidrio y bellas esculturas de carácter erótico. Los baños eran una institución para los ciudadanos romanos, un símbolo de prestigio y esplendor que otorgaba importancia a las ciudades. Estas podían tener termas públicas, solventadas por el estado, y cientos de  baños, mucho más sencillos, administrados por privados. Solo el emperador y algunos ricos tenían baños en sus casas, porque transportar y calentar el agua no era un costo para cualquier mortal.

Los baños utilizados para purificar cuerpo y espíritu

Cuando los árabes conquistaron los antiguos territorios romanos se encontraron con estos baños que inmediatamente adaptaron a los ritos de purificación prescriptos por el Corán. El agua tenía un  carácter sagrado, además de por la escasez en los desiertos de los cuales provenían, se la consideraba el origen de la vida, creada por Allah y por lo tanto un elemento que servía para purificar el cuerpo y el espíritu.

Los baños – hammam, en árabe- adquirieron un carácter ritual para la higiene que se requería antes de orar. Así los baños se convirtieron en una parte esencial de la cultura islámica, y los ubicaban cerca de las mezquitas y los zocos de las ciudades. Baños, mezquitas y mercados fueron tres instituciones que definían la vida cotidiana de los musulmanes.

El carácter religioso de los baños no impidió que también se transformaran en lugares de placer. Los hombres concurrían para relajarse, charlar y hacer negocios. Las mujeres -siempre en espacio y tiempo diferentes- para expresar su feminidad en plenitud, disfrutar de los servicios de belleza y liberar su seducción natural sin restricciones.

 

Objetos, ideas, técnicas, costumbres… mucho antes que existieran las RRSS el hombre las reproducía en lugares distantes del planeta. Porque la supervivencia, la necesidad de creer, los miedos, el dolor y el placer son propios de la condición humana, lo único permanente. Y todo lo que nos diferencia es producto de las circunstancias, adaptación al medio, rellenos que cambian con la historia y el contexto.

Baños romanos en Bath, Inglaterra