Es lo que soy cuando dejo de usar la máscara de Lucrecia.

Lucrecia es el lado que todos ven. La máscara que todos usamos -reconocerlo es otro cantar- para mimetizarnos con la comunidad y no ser expulsados de la tribu.

El Erizo Fisgón es mi sombra, esa que se pasa el año encerrada en la clandestinidad de la madriguera donde puede dar rienda suelta a sus verdaderos gustos, placeres, intereses, deseos… a su Esencia.

Mi máscara y yo teníamos desde pequeñas un deseo irrefrenable de salir a ver el mundo y al final se cumplió. Salimos de viaje juntas y vimos miles de máscaras y realidades.

Ya no tenía que ser necesariamente lo que mi tribu me imponía porque lo que el viaje te muestra es que hay miles de opciones. Cada cultura, cada región, cada ciudad, cada individuo eran diferentes, entonces el miedo a ser distinto se escabulle entre tanta diversidad.

En los viajes no dejo de ser erizo, simplemente aprendí que puedo salir a ver el mundo sin dejar de serlo, puedo arrastrar mis deseos y también mis miedos con el equipaje y hacer lo que vine a hacer al mundo: Viajar y contarlo.