Todos usamos máscara para mimetizarnos con la comunidad y no ser expulsados de nuestra tribu. Desde muy pequeña -igual que Paloma y Renée– yo fui un erizo que me escondía para no mostrar quien era.

Crecí en un lugar maravilloso pero demasiado pequeño que me impedía ser yo misma, entonces me escondía para que nadie viera lo que era realmente.

Me pasaba la vida encerrada en la clandestinidad fisgoneando en libros y enciclopedias para saber qué había afuera de mi madriguera. Y escribía como refugio donde dejar volar mis sueños. En esencia ese erizo amaba aprender, explorar, encontraba placer en el descubrimiento, en la revelación de un lugar, una idea, un conocimiento.

Mi máscara y yo teníamos desde pequeñas un deseo irrefrenable de salir a ver el mundo y al final se cumplió. Salimos de viaje juntas y vimos miles de máscaras y realidades.

Ya no tenía que ser necesariamente lo que mi tribu me imponía porque lo que el viaje te muestra es que hay miles de opciones. Cada cultura, cada ciudad, cada individuo eran diferentes, entonces el miedo a ser distinto se escabulle entre tanta diversidad.

Hace 20 años que viajo organizando mis recorridos de acuerdo a mis pasiones y llevo visitados 30 países. No soy millonaria simplemente me tomo el placentero trabajo de organizar recorridos eficientes y optimizo tiempos y recursos. Pongo mis expectativas en conocer y aprender más que en el lujo y las comodidades.

Muchos recorridos los hice en auto porque me permite ahorrar pero, fundamentalmente, me permite parar en lugares que no tienen ni señalización y solo a mí me interesan, me permite viajar lento y sin prisa, experimentar y degustar las culturas.

No viajo con mochila -aún no pude soltar tanto- viajo con pila de información y así me las ingenio para ver los “imprescindibles” y los otros, los no instagrameables y que solo a los nerds nos interesan. Todo me parece atractivo e interesante. Soy así de intensa.

En los viajes no dejo de ser erizo, simplemente cambio de ropaje, dejo las púas afiladas en casa y viajo desnuda de prejuicios, de dogmas y estereotipos. Aprendí que puedo llevar mis miedos conmigo y hacer lo que vine a hacer al mundo: Viajar y contarlo.