En la pared de ladrillos color cobre que guardan décadas de historias rosarinas, resalta un cartelón: “Se reparan corazones”… ¡Qué soberbia! ¡¿Cómo tienen tanta desfachatez de sugerir que poniendo parches de lata, atarlo con alambres o lustrarlo y pulirlo con agua y esponja pueden “reparar corazones” magullados?!
¡¿Es que un corazón lastimado puede repararse con “chapa y pintura” o con “Inflado instantáneo de `Bobos´ con poca alegría”?!
¡¿Es que los responsables de este “Servicio Total de Corazón 24 hs” tienen una vaga idea de lo que es tener el corazón herido?!
¡¡Pero si es que deberían ser denunciados a las autoridades por publicidad engañosa!!
– Oiga Sr. es lamentable que engañen así a la gente! No pueden ofrecerles algo tan difícil de lograr. ¡Es que Uds. le dan falsas esperanzas, venden falsas ilusiones para esos pobres corazones lastimados!
Pero mira el próximo cartel! No, no ¡¡es que aquí son todos desfachatados!! Es que no tienen vergüenza! Me acerco a ver para qué es esta cola de gente que se acumula detrás de las sogas y me encuentro con otro cartel de lo más descabellado: “Depósito General y Archivo de Miedos”.
Una señora de lentes gruesos y pelo en cola de caballo, sentada detrás del escritorio gris, sella y firma los formularios y los archiva en sus cajones de miedos por abecedario.
– “A las arañas, cajón uno. A los perros, cajón cinco. A volar, cajón nueve. A enamorarme, ¡¡¡ala de aquí!!!¡¿Quién puede tener miedo al amor?! ¡Anda ve y búscate compañía bombón! ¡Siguiente!”
Pero no puede ser que engañen así a la gente! Como si un sello y un cajón fuesen suficientes para erradicar esos miedos que nos aquejan!
– Oiga Sra. es que Ud. no sabe lo que es el miedo! ¡Engañar a la gente de esa forma! ¡Dónde se ha visto!
Como si uno pudiese dejar tan fácilmente esos terrores que nos acompañan desde niños. Cómo si con tan solo rellenar un formulario uno lograría esa libertad que los miedos no nos permiten disfrutar. ¡Esta ciudad está llena de sinvergüenzas!
¡Mirá aquellos! Haciendo música con unos caños plásticos, unos tarros de pintura y algunas suelas de zapatos. Si hasta se creen una murga uruguaya!
Y la Sra. esta quiere que imagine una obra de arte con un marco vacío y cientos de pequeños objetos cortados en madera ¡Pero si yo no soy artista Sra.! ¿Qué lo haga escuchando mi corazón? Pero si el corazón no habla, solo dice es tac-tac-tac-tac-…
¿Estaré soñando todo ésto? Es que en ninguna ciudad normal podrían ocurrir estas cosas… o es un sueño o me dieron algo en el desayuno del hotel esta mañana.
Quizás si me meto por esa cerradura gigante logre encontrar la salida de esta ciudad de locos!
Qué oscuro! Muy oscuro! Está todo tan negro que lo único que destacan son mis dientes blancos. Ah sí! Allá está la puerta ¡listo! Espero poder salir! Al fin! Pero…
¿Quién es? ¿Alicia? Relojes, espejos, cartas y un conejo blanco… AGRRRR!!! ¡Ahora estoy en un cuento! AGRRRR!!!